viernes, 6 de julio de 2007

Partes del aparato auditivo

El aparato auditivo está formado por tres porciones anatómicas diferentes: oído externo, oído medio y oído interno.

Oído externo
El pabellón auricular es una estructura cartilaginosa recubierta de tejido fibroso y de piel, situado a ambos lados de la cabeza. Aunque acústicamente no es muy importante (como sí lo es en otros animales), contribuye con unos cuantos decibelios a la sensibilidad de las altas frecuencias, debido primordialmente a la resonancia acústica del pabellón. Además, su complicada forma y su parcial flexibilidad favorecen la elaboración y la conservación de un buen sello acústico con moldes auriculares ajustados individualmente para auxiliares auditivos.
Entre el oído externo y el interno hay una pequeña zona llamada "conducto auditivo" cuyo extremo está cerrado por el tímpano o membrana timpánica.

Oído medio
El oído medio incluye la membrana timpánica y la cavidad llena de aire situada por detrás de ella así como su contenido, incluyendo el conjunto de huesecillos. Toda esta estructura se conoce como "tímpano". La membrana timpánica es fibrosa, delgada y fuerte, está unida a la pared ósea del conducto por medio de un anillo fuerte de tejido fibroso y forma un tabique diagonal.
La porción central tensa se mueve como un todo cuando es impulsada por ondas de presión sonora de frecuencias inferiores a los 2000 Hz.
Pegado a la membrana aparece el "mango" del martillo, el primero en la cadena de tres huesecillos que transmiten las vibraciones de la membrana al oído interno. El martillo también sirve para mantener la membrana bien estirada y en forma de cono, con la influencia del "tensor del tímpano", un pequeño músculo que se le une cerca de la base del mango.
El martillo contacta con el "yunque" (segundo huesecillo), y, con sonidos de ordinarias, ambos se mueven juntos como una sola unidad. El yunque termina en una punta delgada y curva del centro de la cavidad del oído medio y en contacto con la cabecita del "estribo", el último de los tres huesecillos.
El oído medio también sirve, probablemente, para proteger el oído interno contra lesiones causadas por ruidos muy fuertes. El aire encerrado en el pequeño oído medio tiene que ejercer algún efecto de absorción sobre los tonos graves, ya que los tonos fuertes de baja frecuencia tienen una amplitud de movimiento muy apreciable. La articulación entre el martillo y el yunque también cede elásticamente, cuando las ondas sonoras se vuelven muy potentes y a amplitudes muy altas. El estribo comienza a rotar también en dirección distinta y menos eficiente: de lado en lugar de a lo largo de la platina.

Oído interno
El oído interno se encuentra situado entre el oído medio y el conducto auditivo interno. Está formado por una serie de canales y cámaras en el hueso temporal que se conocen como laberinto. Hay un laberinto óseo y otro membranoso. En el interior del laberinto membranoso está la endolinfa y entre el óseo y el membranoso, la perilinfa, que son líquidos de composición química característica que se encuentran en cada compartimento del caracol. La porción central o "vestíbulo" del laberinto se une al arrollado en forma de caracol del órgano de audición o "cóclea" y a los anillos de los tres anillos semicirculares. En el vestíbulo yace el "utrículo", sensible a la fuerza de gravedad y a la aceleración, y el "sáculo". Las células en las puntas alargadas de los conductos semicirculares "sienten" la presión del fluido dentro de los conductos a medida que éste tiende a quedarse atrás, debido a su inercia, cuando giramos la cabeza. Dos consecuencias prácticas de la estrecha asociación anatómica entre los órganos sensoriales no auditivos del laberinto y la "tróclea" son:

  1. Que los síntomas de mareo (vértigo) están asociados a menudo con ciertos tipos de sordera.
  2. Que las pruebas funcionales del laberinto no auditivo son muy útiles en el diagnóstico diferencial de ciertas formas de pérdida de audición.
En el interior de la rampa repleta de endolinfa, y asentado sobre la membrana basilar, se encuentra el "órgano de Corti", que está formado por hileras de células ciliadas e hileras de células externas. Cuando los líquidos endolaberínticos son deformados que aparece una onda que se transmite a través de ellos, deformando también el delicado laberinto membranoso donde se asienta el órgano de Corti; la resultante de estos cambios es la aparición de una corriente nerviosa en las raíces nerviosas que se unen al otro extremo de cada célula ciliada y que se unen para formar el nervio auditivo.
Desde los núcleos cocleares (donde existe una representación ordenada de cada sonido recogido en la cóclea) se hacen nuevas conexiones, y es la última conexión, la que lleva la información hasta la corteza cerebral, donde la percepción del sonido se hace consciente.